La Feria de Alasita de Bolivia, una tradición Patrimonio de la Humanidad
Las tradiciones latinoamericanas son especialmente singulares porque la mayoría tienen puntos de unión con la llegada de los europeos, pero también un origen precolonoial, con lo que la simbiosis de símbolos y formas de celebraciones es sorprendente. Encontramos, por ejemplo, la Feria de Alasita, una de las celebraciones más importantes en Bolivia, concretamente en la ciudad de La Paz, su capital, que también se extiende a Perú, al otro lado de la frontera, a la ciudad de Puno, en la otra orilla del lago Titicaca. Es una tradición que se remonta a tiempos prehispánicos en su parte mística y espiritual, ya que se centra en Ekeko, deidad que representa a la abundancia en el Altiplano.
La celebración se llevaba a cabo de una manera muy diferente en sus orígenes, pero luego, con la llegada de los españoles, la cosa cambió bastante y se buscó una forma de ofrecer algo distinto y peculiar. Fue entonces cuando los artesanos comenzaron con sus miniaturas, convirtiéndolas ya en una parte irrenunciable de la fiesta y en toda una tradición que siglos después sigue más viva que nunca, sobre todo después de que hace unos pocos años, la propia UNESCO haya declarado esta fiesta como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, dándole así un empuje a nivel internacional que hasta entonces no poseía.
En qué consiste y cuál es el Origen de esta fiesta
Antes de la llegada de los colonizadores españoles, las tribus y culturas del Altiplano ya celebraban una gran fiesta en esa época del año, en honor a la deidad Ekeko, que sería posteriormente heredada por la cultural Aymara. No sería sin embargo hasta finales del siglo XVIII cuando la feria nacería como tal, por orden del gobernador José Sebastián de Segunda, quien ordenó esa celebración en agradecimiento a Ekeko, por su protección ante el asedio a la ciudad de La Paz por parte de los indígenas liderados por Tupac Katari. Desde entonces, la fiesta se ha mantenido muy parecida, con la celebración de bailes y cantes regionales, la gastronomía propia de la zona y sobre todo, la muestra de miles de pequeñas miniaturas, que son preparadas por los artesanos de la región y por otros llegados desde todo el país.
El mediodía del 24 de enero
La feria se puede alargar durante un mes completo, sobre todo en las grandes ciudades. Comienza al mediodía del 24 de enero, como tradicionalmente siempre se ha celebrado, en honor a Ekeko, y en ese momento se colocan miles de puestos de miniaturas artesanales por toda la ciudad, aunque es cierto que hay ciertos lugares donde se concentran muchos más, como plazas o esquinas cercanas a los templos. El lugar donde más puestos se concentran es en el Campo Ferial del Bicentenario. Ese mismo día 24, cuando ya han comprado las miniaturas que deseaban, los locales realizan un rito conocido como Ch´alla, en el que rocían las miniaturas con alcohol, pétalos y demás, mientras recitan oraciones tanto en español como en aymara. Se busca con ello conseguir la abundancia en aquello que representan las miniaturas.
Elaboración de miniaturas
Más de 5.000 artesanos se reúnen cada año en La Paz para presentar sus pequeñas obras de arte en forma de miniatura en los puestos que colocan en mercados, en recintos o incluso en la calle. Todo comienza el día 24 de enero, pero la feria se extiende durante un mes completo, en el cual también se celebran otras ferias locales en distintos puntos de la geografía boliviana. La elaboración de estas miniaturas se realiza con todo tipo de animales, y los artesanos trabajan durante todo el año en su producción para venderlas durante este mes, aunque también lo hacen durante el resto del año. Las preciosas miniaturas son consideradas obras de arte y por eso muchos se las quedan directamente, aunque otros prefieren realizar los rituales exigidos para la abundancia y la buena fortuna.
La Alasita en otros lugares del mundo
La fiesta se ha ido expandiendo a lo largo de los años, sobre todo por las diferentes comunidades bolivianas que han tenido que emigrar a otros lugares del mundo. En Buenos Aireas se celebra el mismo 24 de enero, mientras que en el resto de Bolivia hay diferentes celebraciones a lo largo del año, en ciudades como Cochabamba, Sucre, Potosí o Santa Cruz, adonde acuden los artesanos de forma itinerante con sus puestos. También es una fiesta habitual en las ciudades peruanas que dan a la frontera con Bolivia, como Puno y Jamalla, celebrándose en este caso a primeros de mayo. La fiesta es muy colorida y cada vez son más los que se interesan por esta celebración tan diferente.