Carnaval de Negros y Blancos, conoce esta tradición colombiana

Colombia está llena de fiestas singulares y especiales que atraen la atención no solo de los propios colombianos, sino también de muchos extranjeros, turistas que se sienten fascinados por las increíbles celebraciones que se llevan a cabo en este territorio, especialmente aquellas más coloridas, las que involucran a la población de a pie, y que son llevadas a cabo de manera singular por los vecinos de una ciudad o un municipio. De entre todas estas fiestas, la que más suele atraer a los extranjeros es la del Carnaval de Negros y Blancos, que tiene lugar a finales de diciembre y principios de enero, en dos partes bien separadas, una para despedir del Año Viejo y otra para recibir el Año Nuevo, en la víspera del Día de Reyes, como manda la tradición en el suroeste de Colombia desde hace siglos.

Y es que estamos hablando de una festividad que tiene su origen en el sincretismo religioso cultural que se dio durante el siglo XVI en la zona, entre indígenas, esclavos traídos por los españoles y los propios conquistadores hispánicos. Como en muchas otras zonas de la región, en Colombia también se produjo una intensa mezcla de culturas en aquella época, a pesar de que los estratos entre la población estaban bien diferenciados. Las tradiciones que anteriormente ya se celebraban por parte de los indígenas de la Amazonia se mezclaban con las de los esclavos traídos desde el Pacífico, y acabaron canalizándose en fiestas con una gran connotación religiosa, para adaptarse a la nueva forma de entender la religión, bajo el  yugo del cristianismo traído por los españoles. Lo más curioso de todo es que estas tradiciones primigenias que dieron lugar al Carnaval de Negros y Blancos siguen hoy por hoy casi inalterables, llevándose a cabo cada año en un espectáculo que recientemente ha sido considerado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO.

Orígenes de esta festividad

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El germen de esta celebración se puede encontrar en las fiestas desarrolladas ya en la etapa precolombina por las tribus indígenas de las zonas, especialmente las que se dedicaban al campo. Durante los primeros días del año se llevaban a cabo danzas rituales en honor a la luna, y plegarias al sol para que amparase los cultivos plantados. Esas fiestas se fundieron con las algarabías y las celebraciones de los esclavos traídos por los españoles, y con el propio ideario religioso y cultural español, que como haría con otras fiestas, convertiría esas celebraciones paganas en cultos con intención cristiana, en un proceso de transformación casi imperceptible. El Carnaval de Negros y Blancos se lleva a cabo desde mediados del siglo XVI en la parte suroeste de Colombia, originalmente en la ciudad de San Juan de Pasto, aunque luego se ha expandido por otros municipios cercanos.

Cuándo y cómo se celebra

La celebración de estas fiestas dura más de una semana, y se divide principalmente en dos etapas. La primera de ellas abarca desde el día 28 al 31 de diciembre, los tres últimos días del año, en los que se llevan a cabo pasacalles tradicionales con figuras satíricas que representan a personajes que han sido populares durante ese año que se marcha. También se rocían las calles con agua, en una especie de fiesta lúdica que alude, directamente, a la época de regadío en los grandes campos, como signo de fertilidad. En la noche del 31 de diciembre, esos muñecos acabarán quemados en una gran hoguera, simbolizando el paso al nuevo año, dejando atrás lo vivido y mirando hacia el futuro con esperanza. Se acabaría aquí la primera parte del carnaval, pero continuaría después de las fiestas de año nuevo, encarando ya el Día de Reyes, conocido aquí como Día de Blancos.

Durante toda la semana se llevan a cabo desfiles de grupos de comparsas, compuestas por hombres y mujeres disfrazados que en muchas ocasiones cantan y bailan temas típicos de la zona. El día 5 de enero se considera el Día de Negros, en honor a la festividad que implantó la corona española a principios del siglo XVII para apaciguar las revueltas de esclavos, que pedían tener al menos un día de descanso para sentirse realmente libres. Es por ello que todos en la ciudad, negros, blancos o mestizos, se ponen hollín o pintura negra en la cara, y por un día, se convierten en negros. Al día siguiente, el 6 de enero, coincidiendo con la Epifanía del Señor, las tornas cambian y ahora todos se embadurnan el rostro con polvos de talco para ser blancos por un día. Se busca así simbolizar la unidad y la fraternidad entre todos los habitantes de la zona, sea de la raza que sean.

Vestimenta para la ocasión

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El Carnaval de Negros y Blancos es una festividad muy colorida en la que todos se animan a mostrarse sin ninguna vergüenza, dejando atrás tus tabúes y sus reparos, y vistiendo los disfraces más llamativos que encuentran. Es por eso que para acudir con todas las de la ley a los desfiles o a las fiestas tradicionales de este carnaval, lo mejor es buscarnos un disfraz con muchos colores, cuanto más elaborado mejor. Los grandes tocados y sombreros siempre suman puntos, para dar una imagen más extravagante si cabe. Y por supuesto, los días de Negros y Blancos hay que llevar la cara pintada de esos colores para estar a tono con el resto de participantes y formar parte de cualquier desfile o cortejo, o incluso para verlo desde fuera, pero sentirnos integrados.

Evolución del Carnaval de Negros y Blancos

Como cualquier otra fiesta tradicional, el Carnaval de Negros y Blancos también ha sufrido cambios en todo el tiempo que lleva celebrándose, casi quinientos años, que se dice pronto. Los desfiles han ido evolucionando para convertirse en fiestas mucho más alegres e integradoras, aunque el espíritu de hermanamiento entre las diferentes razas y culturas sigue siendo la base de toda esta fiesta. Durante unas décadas, en el siglo XIX, el Carnaval estuvo prohibido, pero luego se recuperó de forma espontánea, hasta llegar a su verdadera explosión, hace un siglo, a partir de la década de los años 20. Desde entonces, San Juan de Pasto ha seguido apostando de manera decidida por esta fiesta, consiguiendo atraer a muchos curiosos de dentro y fuera del país. El culmen de la popularidad del carnaval se dio en 2009, cuando la UNESCO decidió declararlo como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, por su importancia y relevancia.